Me gusta voltear hacia el cielo y saber que no soy la única sufriendo. Me gusta saber que en algún lugar del mundo alguien lamenta las cosas que ha hecho y las decisiones que ha tomado. Me gusta saber que hay alguien viendo el cielo, lamentándose y pensando que hay alguna otra persona que comparte su sufir. Me gusta saber que esa persona soy yo.
Me gusta saber que hay personas agradecidas con la vida, sin importar que tienen hoyos en los zapatos. Me gusta saber que hay gente honesta, gente feliz; me hacen darme cuenta de lo egoísta, vanidosa, y egocéntrica que soy.
Me gusta caminar, un pie delante del otro, mi cabeza inundada de pensamientos, y mis ojos llenos de lágrimas. Me gusta sentir el viento secar mis mejillas, y sonreir al cielo con el sol cegando mi vista. Me gusta saber que voy comenzando, que a mi vida aún le falta encontrar su sentido. Me gusta que mis tristezas y errores me abran los ojos, y me hagan valorar lo que he perdido.
Decenas de carros con docenas de personas pasan por la calle donde camino. Todos los días cruzamos miradas, pero nunca nos detenemos a pensar en la felicidad o tristeza de desconocidos. Así que camino con la mirada en el piso y lágrimas sobre mis mejillas, esperando que un desconocido olvide por dos segundos sus problemas, y se pregunte por los míos.
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